Sé que tal vez esto no cambie el curso de las decisiones ya tomadas por las autoridades superiores, pero en consciencia entiendo que debo expresar nuevamente nuestro sentir como comunidad de Barahona y, sobre todo, como Iglesia.
El sol no se puede tapar con un dedo. Ante los hechos no hay argumento. Somos afectados de varias maneras por esta explotación minera. Debe haber y, sabemos qué hay, otras formas de desarrollar a Barahona que no sea maltratando la naturaleza y la salud de las personas.
Como Iglesia no podemos guardar silencio ante esto. Lo que le pedimos a las autoridades en el mensaje del día de la tierra lo seguiremos pidiendo. Es parte de nuestra misión.
Se debe poner en la balanza que es lo mejor a largo plazo. No todas las rutas de desarrollo garantizan un buen fin. Perdone una vez más por la confianza, pero capté en usted cuando vino a mi casa actitud de escucha.